Butacas italianas de los años 50 tapizadas en tela morada antimanchas y de alta resistencia a la abrasión capaz de soportar las afiladas envestidas del gato de su dueño.
La butaca y el profesional encargado de realizar el test de durabilidad.
La contra de las butacas en el salón de Juan Pedro.
Butaca con su piel original, en la que aún no apreciándose en la foto, esta llena de cortes y arañazos de gato que hacían obligado su retapizado.